miércoles, 19 de junio de 2013

La separación de lo relevante y lo secundario



¿Cuántas veces nos hemos encontrado con una desilusión cuando uno “fanáticamente” deposita ilusiones y anhelos en un artista, lo sigue a cualquier lado, se vuelve devoto de sus palabras y en un simple momento hacen cosas estúpidas y denigrantes tanto para él como para quienes dieron su respeto? Más de una me imagino y sí, es normal y la justificación es muy simple: Son personas.

Los artistas quizá como medios de creación tienen un papel muy importante pero no trasciende más allá. Difícilmente puedo ver a alguien conviviendo con su artista favorito, resintiendo su irreverencia con sus amigos u odiando su manera de ser. Lo más cercano quizá será encontrarlo en algún evento en vivo o en una firma de autógrafos o demás situaciones creadas por el marketing. Lo que realmente cambia, se transfigura y se une a nuestro entorno es la creación misma.

En el caso del rap sucede lo mismo, o por lo menos en el mexicano que es del que mejor podría opinar. En este momento pasamos por un lapso que se transfigura entre la duda de si el rap es o no para todo el mundo. La respuesta más acertada por lo menos ahora es que no, la idea de imponer a un sector la misma música, los mismos gustos y la estética estándar es lo que se critica en el rap la mayoría de las veces.

Ahora bien, los artistas hacen intentos por llegar a más personas, siguen estrategias para lograr una apertura del rap, se inmiscuyen en la cultura popular para dar a conocer “su trabajo”, antes que nada hay que dejar en claro que el rap no tiene como meta sonar en cada casa o estar en boca de todos, sino simplemente constituir una herramienta de escape y libre expresión, como en un principio.

Mucho falta por aprender y el camino es largo pero creo que uno de los primeros pasos es llegar a distinguir esa separación entre el artista y la música. Así como en un proceso lo primordial es el resultado, las personas son el mecanismo que recolecta vivencias, las procesa y regresa a su entorno el resultado.

Difícilmente puede pensarse que no se tome en cuenta el contraste entre lo que vive el rapper y lo que canta, pero si lo transportamos a otros ámbitos como la literatura, la pintura o el teatro nos daremos cuenta de que lo importante es el producto artístico que consumimos, no se puede observar hasta el más mínimo movimiento del creador, eso pasa a segundo plano.

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