Tiempo
presente; nuestra generación ha visto el transgredir de una cultura en los oídos
y el vivir diario a lo largo y ancho de continentes, sin respetar fronteras,
sin solicitar razón al idioma ni pedir más instrumentos que la dedicación.
Es
evidente la profundidad con la que el hip hop ha penetrado en nuestras vidas, ha
adoptado paulatinamente elementos de los distintos lugares en los que fluye, cual rio caudaloso.
A
pesar de ese crecimiento y desarrollo, también ha perdido un poco de su esencia,
ha comenzado a estandarizarse en cierta medida; a dejar de ser ese ritmo que
ruge sin compás acompañado crudamente con baterías duras que salen de bocinas
que retumban al momento.
Cierta
parte de esta decadencia (que no hablo de la escena en general, sino de ciertos
segmentos) es representada por ritmos mediocres y aburridos, beats 4x4 donde la
batería es un “kick – hat – snare” repetitivo con un sample ligero que da atmósfera y que a veces es acompañada por un sintetizador. ¿De verdad eso es el
rap? ¿Esa es la “evolución” que ha estado gestando nuestra cultura? ¿Qué pasa
con esas baterías tomadas de discos viejos, donde sonaban descontroladamente
platillos, toms, bombos, cajas y
contratiempos sin respeto por los compases? ¿Qué pasa con los sonidos rasposos
de música tan vieja que estaba casi borrándose por los estragos del tiempo? ¿Qué
pasa con los ritmos que buscaban ser únicos, irrepetibles y ofensivos?
Tristemente
muchos podrán decir que esto ya se perdió y que ahora la música se crea de otra
manera, que los estándares son actuales y que el sonido “experimental” es lo
que está generando el avance de nuestra amada música. Por fortuna para los
escuchas de rap, los seguidores del hip hop, los amantes de esta cultura que
dan todo por ella, eso importa muy poco.
En Latinoamérica
seguimos teniendo músicos/poetas/danzantes/artistas a los cuales les importan
muy poco los estándares, que continúan haciendo música con los órganos internos
sin recurrir a su sentido de la cordura o encasillarse en un molde de lo que “está
bien hecho”.
Una muestra
clara de ello nos la da Mustafá Yoda. “Cuentos de chicos para grandes” es un
exquisito disco donde las baterías no suenan una igual a la otra , donde los
drums no siempre tienen que encajar en los compases, donde la letras son
irreverentes y hablan desde el punto de vista de quien las canta: un habitante
del extremos sur del continente americano, un sobreviviente de las
contradicciones de la organización republicana de su país y de las opiniones de
los sectores que no están arriba en un lugar que supuestamente tiene uno de los
índices más altos de desarrollo humano, renta per cápita y calidad de vida según
el banco mundial.
Esto
representa “Cuentos de chicos para grandes”, un disco excéntrico y sin
preocupaciones, al final llena un espacio definido para músicos como Dj Manuvers
y Mustafá Yoda.
Sudamétrica
rap de otra galaxia!
1. Intro
2. Mi vida MC
3. Murcielago
4. Dicen
5. Diganme
6. Disparates
7. Babylon
8. Hip hop en shock
9. Mafia under
10. Nada
11. Sincero contu
cenicero
12. JP 1 en
vextaticano
13. Trabo cerebros
14. Envidia es amor
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